19 noviembre 2008

Estampas de pequeño

Tomado de http://recogedor.blogspot.com/2007/06/renault-gordini-y-r-8.html A los siete años seguía en mi natal Hermosillo. Mi amá nos llevaba al mar, a Bahía de Kino, que está a 100 km. Claro que en su renault 8 el viaje duraba más de una hora.

No teníamos radio en la casa, o si había nunca se encendía, por eso me intriga que en aquellos viajes los cuatro hermanos, de 6, 7, 8 y 9 años, fuéramos cantando una pieza de Los Payos, luego cantada por José Feliciano, que decía:

En la playa escribí tu nombre
y luego yo lo borré
para que nadie pisará
tu nombre, María Isabel

Estoy seguro de que no entendíamos gran cosa, pero nos parecía una canción para ir a la playa. La acabábamos y luego alguno la reiniciaba casi de inmediato. Cuatro voces infantiles repite y repite lo mismo más de una hora. No recuerdo que mi mamá nos dijera nada. Eso es heroico, ¿no?


Sabíamos que el infierno está abajo; obvio. El problema es que a veces necesitas hacer agujeros. No se puede jugar en la tierra sin algunos. Cuando se nos olvidaba lo del infierno, cavábamos sin preocupaciones. Hasta que de pronto te acordabas y te preguntabas si no habrías llegado demasiado lejos y entonces, espantado, a toda prisa tapabas el hoyo de 5 o 10 centímetros.

Los demonios ya no tenían salida. Estábamos a salvo.


¿Qué más se hace además de jugar todo el tiempo? Hablar, claro. Al menos hasta que a alguien se le ocurrió que la voz podía gastarse. Nomás por prudencia cada tanto nos decíamos que debíamos guardar voz para cuando fuéramos grandes y nos callábamos un rato.


Ay fecha fatal, cuando tuve aquella idea disparatada. Pensé que un día podrían cambiar las cosas, ser exactamente al revés. Imaginé que las cosas podrían caer hacia arriba. Lo imaginé con fuerza, al grado de angustiarme y desear, si eso pasaba un día, estar dentro de mi casa, para caer al techo nomás, porque caer hacia el cielo era horripilante para un niño.

Mi mente no siempre me trata amistosamente. Hasta el día de hoy me horroriza la idea de caer al cielo y debo hacer un esfuerzo por sacudírmela de la cabeza mientras corro a estar dentro de una casa.


En Hermosillo no llueve muy seguido. En una de las temporadas de aguas descubrí que no sabía cómo comenzaba a llover. Le pregunté a los demás y me dijeron burlonamente que ellos sí habían visto.

Una tarde jugábamos fuera. Cayó una gota gruesa. Me detuve en seco. Cayó otra por allá y otra más acá. ¡Comenzó el aguacero! ¡a correr!

Jajajaja, ahora sí sé cómo comienza la lluvia y ya nadie se burla de mí, jajajaja.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito es ser niño! Aunque crecer me produce una sensación extraña. Me doy cuenta de muchas cosas que siendo niña nunca entendería y me gustaría regresar a esa etapa para no entender, pero a la vez prefiero saberlo, y seguir creciendo. No se, es algo raro.

Cynthia Carballo no deja de burlarse de mi por que una vez le dije que de chiquita pensaba que los "Heraldos del Rey" eran (según yo) los discípulos :S

Yirehka dijo...

hola señor, creo que usted no me conoce, ni yo mucho a usted, pero he oído mucho de usted con mis amigas de comunicación, como esta de arriba que cree que los heraldos del rey son los discípulos. Pero es que creo que no hay que dejar de ser niños, bueno quiza yo me vaya un poco al extremo porque quizá tenga el complejo de Peter pan, no quiero crecer, bueno si si quiero, pero no quiero dejar de ser creativa y feliz, como los niños. a propósito esa cancion que menciona esta muy cálida, y me sumergí mucho en su historia con sus hermanos, que ya me imagine todo en colores desaturados con su renault. nose como hace eso, describir todo tan bien, cual libro, que nos ahce construir la imagen desde las palabras.

figne alberto dijo...

@tiradaenelsuelo; gracias por tu comment; no, no te conozco, pero he visitado alguna vez tus blogs, frescos y desenfadados. me gustan.

mi texto de hoy no tiene ninguna magia; quien la tiene es la infancia de cada uno. no hay que acabarla de todo, hay que dejar algunos juegos pendientes, ciertas aventuras y fantasías. yo, por ejemplo, puse en septiembre un miniárbol de navidad en mi ofis y de vez en cuando me asomo al balcón de la casa y grito muy fuerte cualquier cosa con mucho aire y fuerzas y risa.