23 febrero 2009

me convierto en raíz

Siento que me vuelvo radical, que al paso del tiempo se me gasta la cáscara, la piel benigna, y me quedo en cueros, exhibiendo el trayecto de los nervios y las arterias sin rubor.

¿No debería ser al revés? Que la rebeldía flaca de la juventud acumule grasa y ropas, hasta quedar acolchonada y volverse tenue y anecdótica. Se supone que uno descubriría que no vale la pena tanto pleito, que en aras de la tolerancia se deben arrojar las armas al pozo. Entonces emprenderías un cómodo camino descendente para arribar a la ancianidad que perdonó todo.

Ayer leí la entrevista que le hicieron al ministro de Economía y Finanzas de Venezuela. Alí Rodríguez militó en la guerrilla en los años 60. Es llamativo que el entrevistador anote varias veces que el tipo parece seguir en pie de lucha. Digo, no es que se haya vuelto radical, es que se ve que no dejó de serlo.

Tal vez se trata de una sed que no se apagó. Sed de agua buena, de la fresca, que te devuelve lozanía y te arranca suspiros. Y yo, señores, no quiero quedarme con se'.

Radical viene de la palabra "raíz". "Quitar de raíz" quiere decir que eliminas de una buena vez un problema. Pero "sacar raíz" quiere decir en matemáticas otra cosa (explicado suena feo, porque es encontrar el número que elevaste a la inversa de la raíz).

Me vuelvo raíz porque me está comenzando a importar poco el follaje y las ramas de las que colgaba el columpio. Quiero escarbar en la tierra y ver de dónde fregados chupa sus jugos la vida que insiste. Entender y estar de acuerdo. Nada más ni nada menos.

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